sábado, 16 de enero de 2010

EL COMIENZO.

Creo que ha llegado la hora de inaugurar “oficialmente” este blog con un primer artículo. Éste que aquí presento es un texto que escribí hará un año aproximadamente, en una época en la que el debate por el estatuto de autonomía catalán centraba las páginas de prácticamente la totalidad de los medios del país.

Un tema que quizás ahora no sea candente, pero que no deja de ser un punto de gran importancia en el devenir de nuestro país. Fue en esos días en los que me pregunté si de verdad tenemos consciencia de lo que es nuestro país, si vemos España como un territorio políticamente organizado, asentado en unos límites concretos, simplemente un Estado, o quizá haya que dejar paso al sentimiento arraigado de algunos territorios de regirse por sus propias tradiciones y gobiernos.
Decía algo así…


“Cuando España se retuerce entre conflictos milenarios, mientras otros achican agua del más alejado rincón de ese último recuerdo que ya no podrán olvidar, otros caminan sin mirar a su alrededor.
Para algunos jóvenes la política es una posibilidad de acceder al mundo laboral tras estudiar una carrera pero esa posibilidad se hace imposible desde el punto de vista moral y cívico cuando día tras día se escuchan y observan, una tras otra, las sandeces de algunos políticos. Es duro pensar que en la mayoría de las ocasiones priman sus intereses personales a los intereses comunes de la sociedad. Da la sensación que el campo de actuación de aquellos que fueron elegidos nuestros representantes democráticamente solo abarca desde sus propios intereses hasta los de su propio partido, dejando atrás los de muchas otras personas que luchan día a día por salir del paso en este asqueado mundo de víboras.

Sólo tenemos que recapacitar sobre los asuntos que enturbian la relación entre españoles: ¿La unión es igual a la unidad? ¿España fue obligada a la Unión o sus Pueblos optaron por la Unidad para formar un Estado? Unos pensaran una cosa, otros algo completamente diferente. Nos entregaron una herencia de Unión de España, unión en el sentido más despiadado y forzoso, algo que unos acataron sin rechistar y aceptaron como si Dios dictara uno de sus dogmas de fe, y otros aún reclaman, la posibilidad de regirse por su identidad, la autonomía y la libertad que nunca les ha abandonado.

Quizá sea conveniente dar un respiro a España, obtener una respuesta del pueblo, pero no una respuesta infructuosa propiciada por una consulta ilegal.

¿Quién tiene la potestad de decidir por cada región, por cada arraigada concepción de la patria? ¿Acaso en algún lugar la palabra “patria” tiene más significados que en este país? Quizá si, pero con lo nuestro nos sobra.

Cada rincón es único, cada camino simple y a la vez complejo, cada gesto, cada acto, cada palabra...todo en este lugar es distinto, todo es mágico. Todos los días despierto y me siento Andaluz, me siento cordobés y Cañetero... ¿Español?...Quizá aún no haya descubierto qué es en verdad España.



Francisco Javier Gallardo Calzado.
Cañete de las Torres (Córdoba)

No hay comentarios:

Publicar un comentario